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Héctor Germán Oesterheld: el hombre que revolucionó la historieta nacional

31 de Agosto de 2025
Héctor Germán Oesterheld: el hombre que revolucionó la historieta nacional
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POR: SANTIAGO CASTILLO

La serie de Netflix nos trajo al Eternauta al centro de la escena, esta vez con Ricardo Darín en la piel de Juan Salvo. Su éxito hizo que se vuelva a hablar de la obra de Héctor Germán Oesterheld (HGO) desde muchísimos ángulos. ¿Habrá algo nuevo para agregar? Por supuesto, la buena literatura siempre resiste las relecturas. Lo vengo comprobando desde los 11 o 12 años, cuando llamó mi atención por primera vez la revista de un héroe que tomaba mate y jugaba al truco. Desde entonces vuelvo la mirada a la nevada mortal que cayó sobre Buenos Aires y siempre encuentro algo nuevo. 

Aunque hay que admitir que el reciente furor de la serie de Stagnaro ha hecho que se hable mucho (y en buena hora) del héroe colectivo, la organización de la resistencia y otros temas por demás actuales en una sociedad en crisis -casi- permanente. Por ello, antes que actualizar temas centrales de la obra o conjeturar posibles continuaciones de la serie, esta columna dominical se propone indagar en el Eternauta tal como Oesterheld lo concibió en su origen: como una historieta de alcance popular. 

Los libros, las revistas y la serie vinieron mucho después. Pero en el génesis estuvo la historieta popular, masiva, barata, disruptiva, filosófica, política y sobre todo revolucionaria. Porque con una editorial propia, en una edición barata, con entregas de 3 páginas, El Eternauta revolucionó para siempre la literatura nacional. A tal punto que este 4 de septiembre, se celebrará el Día Nacional de la Historieta por la primera aparición de Juan Salvo en la Revista Semanal Hora Cero, allá por el lejano 1957.

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Oesterheld entre la ciencia y la aventura

El 23 de julio de 1919 nació Héctor Germán Oesterheld, el cerebro detrás de El Eternauta. Su formación comenzó lejos de las historietas. De hecho, era un geólogo recibido de la UBA que llegó a trabajar para YPF. Pero también era un lector voraz. En su diario, recuperado por su esposa Elsa Sánchez, se refleja el interés por los libros de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling, Thomas Mann, Piotr Kropotkin, entre muchos otros. 

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Finalmente, en 1950, decidió renunciar a la geología para dedicarse por completo a la escritura. El oficio de escritor y la necesidad de ganarse el puchero en una casa con 4 hijas pequeñas, lo llevó a publicar desde papers en revistas científicas hasta adaptaciones de clásicos infantiles. Dicha versatilidad la mantendría en sus historias para combinar el rigor científico con una narrativa atrapante.

Los primeros héroes: Bull Rocket y el Sargento Kirk

En la editorial Abril, Oesterheld debutó con Bull Rocket, un piloto que nunca actuaba solo sino que su fortaleza estaba en el grupo. En los inicios de la década del 50, dicho personaje fue contemporáneo de los primeros cómics de DC y Marvel. En la edad de oro de Superman, Batman, el Capitán América y compañía, el guionista se alejó del héroe norteamericano todopoderoso que acumulaba proezas para hacer un héroe colectivo.  

Más radical aún fue el Sargento Kirk, dibujado por el genial Hugo Pratt. Kirk era un desertor del Séptimo de Caballería que, entre el ejército y los indios, elegía a los indios. Aunque parezca increíble (a mí me lo sigue pareciendo), HGO creó un héroe desertor recién finalizada la Segunda Guerra Mundial y en el auge de la Guerra Fría. Para colmo, la figura del Sargento Kirk era de un héroe cansado, con arrugas y barba, muy lejos del estereotipo del cowboy infalible. 

La Editorial Frontera y el desafío de la Historieta Nacional

 

Ya nos asomamos a una de las claves de sus obras: héroes humanos, frágiles y solidarios. Pero faltaba un paso más, porque por más disruptivos que fueran estos héroes seguían el modelo dominante y los personajes seguían siendo estadounidenses. El guionista quería situar sus historias en el país pero sus editores veían que el modelo extranjero funcionaba. Para que sus personajes desembarquen en Buenos Aires, su autor tuvo que fundar su propia editorial. Así es que junto a su hermano Jorge crean Frontera, en 1955. Allí nucleó a talentosos dibujantes como Eugenio Zoppi, Hugo Pratt y Francisco Solano López, quien haría los primeros dibujos de Juan Salvo. Con Frontera, lanzó las revistas Hora Cero y Frontera e inauguró la llamada “época de oro” de la historieta argentina.

Primera aparición del Eternauta en la Revista Hora Cero

 

Las revistas mensuales acumularon lectores y la editorial rápidamente debió extender su tirada. Sin embargo, la historieta aún era vista como un "género menor", “infantil”, que no tenía lugar en los anaqueles de la biblioteca. En este contexto sale la Revista Hora Cero Semanal el 4 de septiembre de 1957. Aparece por primera vez El Eternauta y con él nos llega una editorial de Oesterheld que confirma que estamos ante algo sin precedentes en la literatura nacional.     

“La historieta es mala cuando se hace mal. Negarla en su conjunto, condenarla en globo, es tan irracional como negar al cine en conjunto porque hay películas malas. Creemos estar en la línea de la historieta buena, entendiendo por buena la historieta que sabe ser a la vez recia y alegre, violenta y humana, la historia que agarra con recursos limpios, de buena ley, la historia que sorprende al lector porque es nueva, porque es original, porque es moderna, de hoy de mañana si fuera el caso. 

(...) Con Hora Cero Semanal hacemos un nuevo aporte de valor al grupo de revistas que, dando la espalda al material importado, más barato pero casi siempre inferior, prefieren abrir sus páginas al material argentino. Ese material que se ha conquistado, sin protecciones ni ayuda, un dignísimo lugar en la primera línea del mejor material que se produce en el mundo”. 

Una cita con el futuro en formato descartable

 

La primera aparición llegó con la leyenda Una cita con el futuro. Su título completo era El eternauta: Memorias de un navegante del porvenir. La revista se publicaba cada miércoles, en un modesto papel apaisado de 27x20 cm, donde los lectores recibían apenas tres páginas de la saga. Compartía espacio con Ernie Pike y Randall, the Killer.

La historieta se leía en trenes y colectivos por estudiantes y obreros. El papel barato, casi un papel de diario. Algunos sostienen que era tan endeble que muchos números se deshacían en las manos. Otros la desechaban cuando llegaban a la estación en el viaje del Conurbano a la Capital. La historieta no estaba hecha para durar. Pero la historia de un grupo de argentinos que resiste una invasión alienígena quedó resonando en la mente de todos los lectores. 

El fin de un Sueño y el comienzo de una tragedia

 

El sueño de la Editorial Frontera tuvo un final amargo. No fue por falta de lectores, sino por una gestión administrativa y financiera "endeble", profundizada por una estafa conjunta de la imprenta y el distribuidor, lo que provocó la venta de Frontera. Oesterheld enfrentó esta frustración con más escritura, moviéndose entre varias editoriales.

Sin embargo, el destino de la familia Oesterheld se entrelazaría trágicamente con la historia del país: Sus cuatro hijas – Diana, Marina, Beatriz y Estela – comenzaron a interesarse por las discusiones políticas de finales de los 60 y principios de los 70, militando en agrupaciones juveniles y acercándose a las villas. Oesterheld mismo entró a la militancia de los 70 "por la puerta de sus hijas". Su escritura se volvió más dura y directa, y en la clandestinidad, ya desde otra mirada, escribiría la segunda versión de El Eternauta para la revista Gente y una continuación para el diario Noticias.

-¿Hay esperanza para los seres humanos en el final del Eternauta?, le preguntó un periodista de Radio Belgrano al autor del mítico personaje. El reportaje data de enero del año 1976 y pareció vaticinar lo que se acercaba: Héctor Germán Oesterheld, de 57 años, fue secuestrado por un grupo de tareas en La Plata en 1977, poco después de que sus cuatro hijas corrieran la misma suerte. Su cuerpo, como el de tantos otros desaparecidos, aún no se sabe dónde está. Poco después su obra cumbre, El Eternauta, fue censurada por la dictadura cívico militar. 

El Legado Inmortal del Eternauta

 

-Siempre hay esperanza. Al menos nunca hice una historieta donde se acabara la esperanza. Y creo que nunca la haré porque siempre la tengo. El final del Eternauta es algo insólito. Yo los dejo que lo discutan. Pero creo que es el final que le corresponde. 

La respuesta que dio Oesterheld al periodista es para escuchar una y mil veces. Cuando lo hago, descubro que la voz de Oesterheld está más presente que nunca. Su legado resistió la censura y su desaparición forzada, hoy en día se agiganta con una serie que me parece que mantiene viva su esencia: desde nuestro territorio y a través del entretenimiento popular, se consolida como herramienta para educar, fomentar el pensamiento crítico y pensar la resistencia colectiva.

Entrevista a Oesterheld

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